7. Hogar, dulce hogar.

Por fin en casa. Me ha costado llegar hasta aquí mucho. Diría que una hora y media. Normalmente, desde Warschauer Str. hasta donde estoy ahora, Humboldthain, se tardaría media hora. Pero yo he tardado una hora y media. El último cuarto de hora me lo he pasado intentando cruzar la calle entre un montón de nieve de 30cm. Ja, Ja, qué gracia. Recuerdo el primer día que llegué a Berlín (hablo como si fuera hace cinco años y sólo han pasado diez días), salí a la calle y nevaba. Y yo pensé "Oh, nieevaaa, qué bien, qué ilusión!". Ahora, cuando nieva, lo único que hago es cagarme en todo. Porque yo soy mucho de cagar, como habrá podido usted comprobar leyendo este blog. (Por cierto, gracias :D). 

Bien, a lo que iba. Aquí, en una ciudad civilizada como Berlín, hay una red de transportes increíble. Entre tanto U y S y Ring y su madre, una puede llegar a los sitios muy rápido o, por el contrario, se puede una liar, perder y acabar en la otra punta de la ciudad. Que es un poco lo que me ha pasado a mí: 

19:15h. Tengo que estar en mi nueva casa a las 20:00h. Perfecto, puedo incluso llegar con un cuarto de hora de antelación. Cojo la ENORME maleta de ruedas, la mochila, el bolso y la bolsa de plástico en la que llevo mis acicalamientos, tales como champú, gel de baño, desodorante, algodones, palillos para las orejas, exfoliante facial, exfoliante corporal, crema de cuerpo, pasta de dientes, cepillo de dientes... Me decido a bajar las escaleras porque no hay ascensor. En el intento, me tuerzo el pie pero no me lo rompo. Menos mal. En el estado ilegal en el que estoy no puedo permitirme el lujo de ir al médico. Salgo a la calle. Nieva. Hay un carril de acera que más o menos está despejado de nieve pero no de la placa de hielo que se forma cuando aplastas demasiado la nieve. Bien. Camino tratando de no resbalarme. Busco la sal. Allá donde hay sal y piedritas, allá una no puede resbalarse porque hacen efecto fricción. Muy listos estos alemanes. Me dispongo a cruzar el puente de Warschauer Str. Oh, Dios  mío. Una gran multitud de personas camina en dirección contraria a la mía. Y sabiendo como son los alemanes, cruzar el puente va a ser algo más que difícil. Bien, me abro paso entre ellos como puedo.  Intento esquivarlos pero es imposible. Así que alzo la cabeza y camino con paso decidido. Sin dudar. Que se aparten ellos. Y sí. Se apartan. Qué curioso. Nadie choca conmigo. Llego sana y salva a la estación del S-bahn.

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2 comentarios:

  1. Mireeee felicidades!!! Me han encantado todas tus entradas. De verdad tienes un don para escribir, así que no te rindas. Un beso fuerte y muchos ánimos!!! No es fácil vivir lejos de casa, pero ahora mismo es mucho más gratificante buscarte la vida en un país que no es el tuyo que malvivir en tu propio país...
    Un beso desde Canadá.
    Laura

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  2. Gracias, Laura!!! Tienes un mensajito mío en Facebook! :p

    Un abrazo gigante, desde la vieja Europa. :)

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