36. El beneficio de la duda

Estás demasiado poco inspirada para todo lo que te propongas. Entre el invierno prematuro que ensucia el cielo de gris y te vuelve más perezosa que nunca, la poca gracia de los alemanes y el saber que el amor de tu vida pasa completamente de tu cara, has perdido por completo el apetito sexual. A veces tienes citas, aunque nunca sabes como llamarlas porque al final siempre acabas volviendo sola a casa. Te horroriza la idea de tener que comenzar. Cualquier comienzo que pueda tener un final en una cama desconocida y al día siguiente volver a ser la desconocida de alguien, con quien has compartido algo tan íntimo como el sexo. No. No quieres. No crees en la idea de los “follamigos”. Los “follamigos” no existen. Siempre hay alguien que acaba pillándose los dedos. Emborrachándose de deseo. Del más, quiero más. Y siempre está el otro que no se lo puede dar. O simplemente no quiere.

Por eso, desde hace un tiempo, has decidido no dormir en casa de desconocidos. Ni siquiera intentarlo. Dejar de hacer cualquier pequeña cosa que te haga sentir el más mínimo apego. Nada de citas con final feliz. 

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1 comentario:

  1. jajajajajaja sublime como siempre! Mire únete al club del celibato! Felicidad garantizada y ayudas al futuro de la humanidad, que tú que has visto utopía ya sabes que somos muchos en el planeta!!!

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